Finalmente fue profeta en su tierra.
Nunca me interesó mucho el fútbol a pesar de haber nacido en un país dónde se palpita fútbol en todos los ámbitos de la vida cotidiana. En Argentina el fútbol es pasión de multitudes, lo comparten todas las clases sociales, todas las edades y tanto hombres como mujeres. Pero yo siempre viví esa pasión efervescente desde afuera, era una observadora que no sentía esa emoción arrolladora cada vez que se gritaba un gol.
Pero durante el último mundial fue inevitable no contagiarme de la alegría que inundaba a mi país. El equipo irradiaba unión, disciplina y compromiso, valores que enamoraron a una hinchada con ansias de ser feliz, por lo menos por unas horas.
El fútbol se juega en equipo y cada uno de sus jugadores tiene una función relevante en el juego pero en este caso el capitán del equipo cautivó mi corazón. Más allá de sus habilidades deportivas Lionel Messi desplegó carisma, liderazgo y magia en la cancha y fuera de ella también. Él estaba dispuesto a dejar cuerpo y alma con tal de regalarle la copa a su gente.
La relación entre Messi y muchos hinchas argentinos había sido de amor y odio. Algunos pensaban que Messi triunfaba en el club europeo pero cuando se ponía la camiseta celeste y blanca no lograba brillar como se esperaba.
Los primeros pasos del Astro fueron en el club de su barrio Newll´s Old Boys. El club se negó a pagar el tratamiento hormonal que Lionel necesitaba. El elevado costo del tratamiento hizo que probara suerte con el club River Plate, un club más grande de primera división, que no se interesó por la “Pulga”, así lo apodaba su familia porque era pequeño, escurridizo, con una técnica asombrosa, tímido, sigiloso y rápido como una pulga. Así fue como decidió la historia que desplegara su magia en el Barcelona .
El niño talentoso creció y se convirtió en un astro del fútbol pero siguió siendo un ser especial. Especial porque el éxito no se le subió a la cabeza. Conservó valores maravillosos como la humildad y generosidad. En un mundo donde las tentaciones están al acecho y donde los egos crecen con facilidad el siguió siendo el Pulga, tan tímido y talentoso a la vez.
Y fue esa faceta del ídolo la que me atrapó, recuerdo con emoción haber visto videos donde Messi se detiene para recibir con autenticidad demostraciones de afecto principalmente con las personas más desfavorecidas y con los niños.
Habrá sido el mundial o las vueltas de la vida, un poco de suerte y mucho esfuerzo y tenacidad lo que generó el reencuentro entre Messi y su gente que logró abrazarlo por la alegría regalada y por la pasión entregada y la humildad de los grandes. Finalmente logró ser profeta en su tierra.
Elina Chifani