El cacahuate japonés, ¿Es de México?
Los inicios
El “cacahuate japonés” es un botana muy popular en México, pero interesantemente no es de Japón y otros países le llaman “cacahuates mexicanos”. Los cacahuates japoneses están cubiertos de harina tostada de trigo con un poco de salsa de soya, algunas veces los puedes encontrar con granos de sal o incluso con chile en su cubierta. La creación de esta deliciosa chuchería se le atribuye a Yoshigei Nakatani, un inmigrante japonés que llegó a México en el año 1932.
Yoshihei Nakatani Moriguchi, era un hombre procedente de Japón, de 33 años de edad. Yoshihei N. se había quedado desempleado unos meses antes debido al cierre obligado en México de las empresas de su jefe, el empresario japonés Heijiro Kato. El gobierno mexicano había ordenado el cierre de esas empresas después de acusar a Kato de ser espía del imperio japonés, una situación sumamente riesgosa durante la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, junto con otros japoneses prominentes en México, fue embarcado y repatriado a su país de origen.
Historia de la receta.
Los estudiosos Sergio Hernández y Emma Nakatani señalan que Yoshigei y su cónyuge Emma mujer mexicana que conoció en México, fabricaban muéganos en la habitación de la comunidad donde residían. Posteriormente, concibieron otra preparación frita llamada “oranda” (hecha con trigo y sal). Decidió crear unos cacahuates que evocaban su niñez, elaborados con harina de arroz y soya.
En Japón, confeccionaban mamekashi, una merienda compuesta por varias semillas como frijoles, chícharos y cacahuates, recubiertas con harina condimentada. Esta práctica, a su vez, había llegado a Kioto desde China en el siglo XV. No obstante, al adaptar recetas en tierras foráneas, Yoshigei se encontró con la limitación de no tener a su disposición todos los ingredientes originales. Por lo tanto, en lugar de utilizar harina de arroz, optó por la harina de trigo, logrando un éxito rotundo.
Un éxito rotundo.
El resultado de esta fusión tuvo un impacto comercial significativo: una multitud de personas se congregaba frente a la vivienda de Nakatani y su familia, ubicada en la vecindad de la calle de Carretones en el barrio de La Merced. Estas personas buscaban adquirir los cacahuates producidos por el japonés. Fue precisamente esta clientela inicial la que, en poco tiempo, les otorgó el nombre de “cacahuates japoneses”, un nombre que ha perdurado hasta el día de hoy.
Conscientes de que debían aprovechar esta favorable situación, Yoshigei y Emma delegaban la venta a sus hijos en la vecindad para poder salir y ofrecer sus cacahuates, ahora empaquetados en papel celofán, en las calles cercanas. Rápidamente, los propietarios de las tiendas de dulces en el mercado de La Merced comenzaron a realizar pedidos en cantidades que nunca habían imaginado.
En 1950, Elvia, la cuarta hija de la familia, fue encargada por su padre para dibujar una geisha, que se convirtió en la primera representación visual de los cacahuates japoneses de la familia Nakatani, a los cuales llamaron “Nipón”. Dada la exitosa aceptación en el mercado, grandes fabricantes de snacks en México aprovecharon que la familia Nakatani no había patentado la receta del cacahuate japonés y comenzaron a producirlo a gran escala.
Así, hacia el inicio de la década de 1980, se produjo un auge en el consumo y la venta de cacahuates japoneses en México. Con el tiempo, los Nakatani fueron relegados a posiciones más bajas en la industria, situación que empeoró con la llegada de marcas imitadoras. Actualmente puedes encontrar dichos cacahuates en una gran diversidad de marcas en cualquier parte de México e incluso el extranjero.
Sofía Meza.
Preguntas de comprensión.