El mito del Chupacabras 

En el inmenso mundo de los monstruos y leyendas, pocos han despertado tanta curiosidad como el Chupacabras. Mito latinoamericano que empezó en los años noventas. Su nombre proviene del español “chupar” (succionar) y “cabras”, y su historia comenzó en 1995 en Cánovanas, Puerto Rico, cuando granjeros encontraron animales muertos , cabras, cerdos, perros, con heridas extrañas en el cuello. Las pérdidas económicas eran altas, y la comunidad buscaba una explicación. Así nació la figura de un depredador nocturno, misterioso y peligroso.

La primera en describirlo fue Madelyne Tolentino: un ser de ojos grandes como luces navideñas, sin rasgos humanos ni animales, con un olor fétido. Algunos lo vincularon a la ola de avistamientos OVNI de los 90 o incluso al personaje “Sil” de la película Species. Entre miedo y curiosidad, el mito se expandió rápidamente a México, Centroamérica y el sur de Estados Unidos, adaptando su apariencia según el lugar: desde criatura alienígena hasta perro salvaje sin pelo.

En México, el tema llegó a noticieros nacionales y hasta inspiró canciones como El Chupacabras de Grupo Exterminador. Algunos incluso creyeron que el gobierno usaba la leyenda como distracción de problemas políticos y económicos. En Texas, se reportaron casos tan recientes como 2007, aunque las pruebas de ADN indicaron que eran coyotes enfermos.

El poder del mito no solo está en el miedo, sino en la narrativa. Programas como Primer Impacto y El Show de Cristina multiplicaron su fama, convirtiéndolo en parte de la cultura popular. Hoy, el Chupacabras también aparece en la comedia y el cine, como en la película Chupa (Netflix, 2023), donde es retratado como una criatura tierna. El Chupacabras demuestra cómo las leyendas urbanas viajan y se transforman. Aunque la ciencia ya desacreditó su existencia, continua vivo en la imaginación colectiva, recordándonos que, a veces, las historias son tan poderosas como los hechos.

Sofía Meza.

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