El Señor de Sipán
Hace más de 1.700 años vivió un hombre muy poderoso. Jefe militar, religioso y civil de los mochica, una cultura que vivió más de 1.000 años antes que los incas. Para los mochica la muerte no constituía el final, razón que llevó a sepultar a sus muertos con provisiones y bienes para seguir su camino por el cosmos.
Los buscadores de oro y traficantes de piezas habían profanado el lugar, pero no encontraron la tumba sagrada. Un grupo de arqueólogos, comandados por Walter Alva y en coordinación con la policía llegaron al lugar y desalojaron a los profanadores. El panorama era desolador. Los saqueadores parecían haber acabado con todo, pero de pronto sucedió lo inesperado: un hallazgo, un sorprendente descubrimiento. Surgió un perfecto rostro de oro que anunciaba lo imprevisto. La tumba intacta del Señor de Sipán cambió el conocimiento sobre la cultura mochica y es considerada por la prensa internacional y la comunidad científica como la tumba más rica del Nuevo Mundo y uno de los grandes sucesos del siglo XX.
El Señor de Sipán. Este antiguo monarca del norte del Perú perteneció a un pasado misterioso de brujos y curanderos con poderes extrasensoriales. Antes del descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán los estudiosos pensaban que las imágenes o representaciones del arte mochica formaban parte de escenas mitológicas sólo existentes en la imaginación de sus creadores. Por ello fue una sorpresa constatar que muchos de los emblemas, ornamentos y atuendos encontrados en este magnífico entierro, los cuales fueron usados en vida por su propietario, resultaban semejantes a los figurados en los temas clásicos del arte mochica.
El Señor de Sipán tenía carácter semidivino y actuaba como interlocutor entre el mundo de los vivos y de sus dioses. En su tumba se encontraron 1.137 vasijas y numerosas ofrendas: collares, orejeras, pectorales, tocados, narigueras y máscara funeraria además de cetros, todo esto de oro. Dos llamas, tres mujeres, un jefe militar, un perro, un niño sentado y un guardián de la tumba. El guardián, el jefe militar y las mujeres no tenían pies.
Otras dos tumbas importantes se encontraron en la plataforma funeraria del santuario de Sipán: la del sacerdote y la del viejo Señor de Sipán. Esas tres tumbas están plagadas de misterios que han ido resolviéndose poco a poco. El Señor de Sipán y todos sus hallazgos se encuentran en el impresionante museo Tumbas Reales de Sipán en el norte del Perú.
Renzo López
Comprensión de lectura