Las milongas porteƱas
Cuando tenĆa unos veinte aƱos viajĆ© con una amiga y su profesor de tango a Buenos Aires. La idea del viaje era pasear por Buenos Aires, disfrutar del frenesĆ de la ciudad y conocer las famosas milongas donde se baila tango.
El contraste entre Mendoza, mi provincia tan tranquila y somnolienta, con respecto a la retumbante capital de mi paĆs, fue muy evidente desde el primer momento que bajĆ© del aviĆ³n. En Buenos Aires el tiempo parece volar, la gente se mueve mĆ”s rĆ”pido, los sonidos se intensifican y las noches son increĆblemente vibrantes.
En este contexto fue que conocĆ por primera vez una milonga. La milonga es un lugar donde se va a bailar tango especĆficamente pero tambiĆ©n se puede beber un trago mientras se escucha una orquesta en vivo y se disfruta del baile mĆ”s popular de la Argentina, el tango. Cuando uno pisa una milonga es inevitable que todos los sentidos se despierten y se dispongan a disfrutar de esa conjunciĆ³n mĆ”gica entre acordes, historias, sensualidad y glamour.Ā
Algunas de las milongas se encuentran en antiguos salones, cafĆ©s o clubes. Algunos de estos edificios presentan una arquitectura exquisita como el edificio de la confiterĆa āLa Idealā, ejemplo mĆ”ximo de la Belle Epoque de la ciudad. Esta combinaciĆ³n de arquitectura, mĆŗsica y baile sensual convierten a estos lugares en verdaderos templos del arte.
Visitar una milonga es adentrarse en el fascinante mundo del tango. En la milonga se genera un encuentro entre las letras nostĆ”lgicas del tango acompaƱadas por los acordes de un bandoneĆ³n y la elegancia de los bailarines que se funden en abrazos hasta que termina la canciĆ³n y se vuelven a despertar en una Buenos Aires que nunca se durmiĆ³.
Elina Chifani